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Virtudes y pendientes de Verónika Mendoza

Vía: Radio Exitosa

Verónica Mendoza es pre-candidata del Frente Amplio para las presidenciales de 2016. Suelto algunas reflexiones sobre esta joven política que podría llegar a ser presidenta, siempre que derrote a Marco Arana en las internas.

Verónica Mendoza es pre-candidata del Frente Amplio para las presidenciales de 2016. Suelto algunas reflexiones sobre esta joven política que podría llegar a ser presidenta, siempre que derrote a Marco Arana en las internas.


Sin duda, la vocación de participación ciudadana de Verónika Mendoza es muy importante: la gobernabilidad democrática exige que la gente sea escuchada siempre, y quizá éste es el único camino de paz social que tenemos. Su búsqueda de coherencia moral y su vínculo cultural con el Perú profundo es un combo que no presenta ninguno de los presidenciables con posibilidades. Y ya quisieran.


Pero Verónika Mendoza tiene pendientes relevantes. No tiene experiencia de administradora pública (o al menos privada). Y no se puede dirigir una maquinaria que no se conoce. Cinco años en el Congreso no alimentan la pericia y paciencia administrativas, sino sólo la capacidad de movilizar agendas y argumentar públicamente. Tampoco tiene la experiencia de vida suficiente o la formación especializada como para suplir estas carencias con intuición y aprendizaje rápido.


Sus ideas sobre derechos civiles son interesantes y el suscrito las comparte, pero dirigir una nación no es promover valores ciegamente, sino dialogar sobre estos principios con las mayorías, que podrían no estar listas para asumir lo que las élites consideran ‘progresista’. En esos casos, toca ponderar las luchas y escoger las más oportunas para la gobernabilidad. No aceptar esto es operar como un joven marchante, y Palacio de Gobierno requiere mas bien de cruzados dispuestos a relativizar sus convicciones si el bienestar general lo demanda. ¿Tiene Verónika Mendoza esta flexibilidad imprescindible que enseña la vida?


Finalmente, -y esto es muy importante- Verónika Mendoza no es muy sólida cuando se le demandan argumentos económicos que soporten su apuesta por un cambio de modelo. No se trata sólo de perseguir fines loables, sino de evaluar factibilidades frente a un tema sumamente delicado. Para ser presidente no se necesita ser economista, pero sí tener los fundamentos indispensables que permitan elegir asesores idóneos y tomar decisiones que afectarán el futuro de todos.

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