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Y harás lo mismo de siempre

Hola, ¿Qué tal? ¿Tan rápido te vas? Quédate un poco más, quizás te agrade conversar conmigo. Después de todo, si llegaste de casualidad a esta humilde columna quizás haya algo en ella que pueda interesarte, intrigarte o hasta enojarte.


Antes que nada, déjame presentarme, no pretendo enseñarte algo que no sepas, tampoco pretendo confundirte en dilemas morales o existenciales, probablemente mi aspiración consista en ayudarte a VER en dónde estás. Ahora por favor detente, respira, mira a tu alrededor, hay cuatro paredes, hay quizás un suelo, hay quizás personas, hay quizás ruido. Ahora concéntrate en tu rostro, en tus manos, en tus sentidos, pon música y grita; una taza de té caliente anima, un café para el frío, una Coca-Cola helada para el sistema digestivo. Relájate y piensa, quizás tuviste un largo día, quizás te desanimaste de la vida, quizás sonreíste demasiado, o quizás pensaste que sería entretenido hacerle clic a un sitio empedernido en mostrarte con ahínco y estilo lo que pasa a tu alrededor en un distrito tan distintivo.


Ahora que ya entramos en confianza, déjame preguntarte ¿El día de hoy alzaste la mirada? O quizás te levantaste, te cambiaste, fuiste a trabajar o a estudiar, cumpliste tus labores, intercambiaste palabras con tus amigos, disfrutaste de algunas miradas encontradas, almorzaste, reíste, seguiste con tus labores, intentaste regresar a tu hogar, te atoraste en el tráfico, renegaste, y finalmente llegaste cansada o cansado a tu casa, comiste, hablaste con los que te rodean, viste la televisión, quizás entraste a la computadora, quizás te diste un baño, y te fuiste a dormir. Mucho de nuestros días se resumen en 76 palabras, pero déjame volver a preguntarte ¿El día de hoy alzaste la mirada? ¿El día de hoy respiraste? ¿El día de hoy pensaste en algo que no fuese tu rutina, lo programado, lo estipulado?


Ahora bien vayamos a lo concreto. Piensa en quién eres, un estudiante, una trabajadora, un obrero, una oficinista, piensa en ti y en lo que haces. Ahora piensa en tu rutina, en eso que haces todos los días. ¿Qué te parece? ¿Te alegra? ¿Te aburre? ¿Te preocupa? ¿Alguna vez lo habías pensado? Déjame contarte una historia, de cómo las personas solo vivimos una vez en la vida y en la historia. Déjame contarte una historia de cómo tenemos muy poco tiempo para estar atorados en el tráfico, de cómo nos demoramos más en vestirnos que en leer un buen libro, de cómo pasamos horas en la peluquería y barbería por pura monería, de cómo nuestra principal actividad gira en torno a la comida, de cómo pasamos de vivir la vida a vivir la rutina y finalmente de cómo la vida se convirtió en el sacrificio de cumplir la rutina.


Ahora me siento inquieta, la vida no puede reducirse a algo tan desesperante. ¿Hola? Si todavía sigues aquí déjame contarte otra historia, acerca de cómo el día de hoy o mañana será diferente, te levantarás en tu misma cama, harás lo mismo de siempre, verás a las personas de toda la vida, pero sabrás que es diferente ¿Por qué? Por el simple hecho de tenerlo presente. Seguir patrones es algo que nos da estabilidad, la rutina nos da seguridad, no es algo que podamos completamente evitar, el problema está cuando nos encierra en su monotonía y no nos deja ver más allá de lo gris del día. Ahora pues, si ya lo entiendes, qué esperas para no hacer nada y quebrar tu actividad, para andar descalzo y gritar por tu ventana, qué esperas para echarte en el pasto y ensuciar tu saco, qué esperas para cantar sin vergüenza, para hasta ayudar al que te pide una mano, qué esperas para darte cuenta de que un día de esos días de cuando se inventaban palabras y la sociedad, apareció la palabra rutina limitando nuestra vida a un patrón.



Dejemos de ser códigos, seamos programadores.


Gracias por leerme hasta acá, el próximo martes también podemos conversar. No te olvides de comentar, a ver si podemos pensar más.

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