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ARQUIMEDES, LA VIDA DE UN GENIO

Hablar de la genialidad humana es referirnos al desarrollo de esas grandes inteligencias que le dieron forma a nuestro mundo actual, a través de numerosas e importantes invenciones y descubrimientos que nos han legado numerosos hombres de estudio. Uno de ellos fue el brillante matemático, inventor e ingeniero griego Arquímedes, fundador de la mecánica y de la estática.


Nacido hacia el 287 A.C. en la opulenta ciudad griega de Siracusa, en la Sicilia italiana, de insigne familia, Arquímedes mostro desde muy joven una gran pasión por el estudio de los fenómenos físicos que lo rodeaban y esa inquietud le hizo dedicar su vida entera a observarlos y meditar sus causas. Entre sus notables descubrimientos, podemos apreciar sus teorías acerca del poder de la palanca para mover objetos pesados; su frase “Denme una palanca y un punto de apoyo y moveré al mundo” es proverbial. Igualmente descubrió el principio del desplazamiento de los líquidos cuando una masa física es introducida en ellos, cubriendo el mismo volumen. Es famosa la anécdota en su bañera, cuando al meterse dentro de ella llena de agua, notó que se rebalsaba y cuentan que salió desnudo a la calle gritando “Eureka” (lo encontré), ante el estupor de sus conciudadanos.


Otro descubrimiento es su famoso Tornillo de Arquímedes, encargo de su primo, el rey Hierón de Siracusa, quien hizo construir un enorme barco, equivalente a uno de nuestros modernos cruceros de lujo, donde el genio griego instalo un gigantesco tornillo que tenía por utilidad bombear mecánicamente el agua de mar que se filtraba en la nave para mantenerla a flotación estable. Curioso de la fuerza de los rayos solares, planteo la teoría de que esta energía podía ser concentrada a través de grandes espejos y dirigir un potente rayo sobre naves enemigas. En la mecánica también desarrollo el manejo de grandes grúas, como comentan los historiadores romanos, cuando estos sitiaron su ciudad.


Así como hombre de estudios y de ciencia, también poseía un espíritu gallardo y una corazón de patriota. A sus setenta y cinco años, en el 212, Siracusa es sitiada por las legiones romanas del cónsul Claudio Marcelo y este anciano septuagenario decide poner sus talentos y habilidades al servicio de su amenazada patria. Esto hizo que el memorable asedio tuviera ocho meses de duración los sitiadores encontraran grandes dificultades para conquistar la fortificada plaza. La leyenda nos cuenta que cuando una galera romana se acercaba a los muros del puerto, una gigantesca tenaza la capturaba y elevaba varios metros, soltándola contra las rocas y haciéndola pedazos; el uso de contrapesos permitía el manejo de esta maravilla mecánica que causo pavor a los marinos romanos. Asimismo invento grandes catapultas que arrojaban enormes piedras sobre los asediantes, manteniéndolos a raya de las murallas de la ciudad.


Pero la ciudad que resistía tan gallardamente contra tan poderoso invasor, cayo producto de la traición. Marcelo, informado de la celebración de una fiesta religiosa, donde los siracusanos se dieron al vino y al placer, aprovecho para tomar la ciudad por sorpresa. Sabedor del talento del Arquímedes, dio instrucciones para que lo trajeran vivo a su presencia y así poder usar a este genio en futuras operaciones militares para Roma. Lamentablemente la orden no fue cumplida, debido a la ignorancia de un legionario, quien al ingresar a casa del genio, lo encontró concentrado en resolver un problema matemático. Al ver al soldado, Arquímedes le pidió que no pisara los pergaminos que se hallaban extendidos en el suelo y el soldado irritado le cerceno la cabeza. Gran disgusto y desilusión se llevaría el cónsul romano al enterarse. Tenía setenta y seis años. La historia nos ha legado sus grandes logros en los diferentes campos científicos que desarrollo y su legado permanecerá en la memoria de los hombres para beneficio de la humanidad. Saquemos provecho de sus enseñanzas.


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